Carnavales de punta en blanco en Mundaka

La localidad costera desafía a la lluvia y el viento para celebrar una de las tradiciones más ancestrales del calendario festivo vasco.

Al grito de ‘Aratuste, Aratuste’ estallaba este domingo a mediodía el Carnaval de Mundaka. Aunque la molesta e incesante lluvia obligó a modificar el tradicional programa de la fiesta, no pudo, por contra, frenar la algarabía y las ganas de diversión. Josu Cabriada se encargó un año más -«¡Ya voy por la cuarta vez!», recordó- de marcar con su batuta los primeros compases de la rondalla de los ‘atorras’, uno de los personajes más antiguos y peculiares de la tradición carnavalesca del País Vasco. La Estudiantina arrancó su recorrido frente a la casa de José Mari Eguileor, impulsor de la cita durante los años de la Guerra Civil y el franquismo, «en los que a pesar de la prohibición en este pueblo seguimos celebrando la fiesta, aunque de manera clandestina», apuntó Juan Ignacio Villanueva, uno de los integrantes más veteranos del grupo. «Empecé a salir con 16 años y aquí sigo con 69, al pie del cañón», decía orgulloso.

Los también conocidos como ‘marraus’ de la anteiglesia brincaron y contagiaron de buen humor el ambiente durante un recorrido, que al caer chuzos de punta concluyó antes de lo previsto bajo los soportales de la Casa Consistorial. Ataviados con su característica vestimenta compuesta de blusa, saya y pantalón blanco, su actuación resulto como todos los años impoluta. «Salir, salimos siempre impecables, otra cosa es como llegamos a casa a la noche», bromeó Pedro, otro miembro de la original compars

Sin vergüenza

Entre los mozos, tocados con la tradicional funda de almohada con puntilla y un colorido pañuelo, destacaba el uniforme de frac y sombrero de copa del director del grupo, que desde su puesto de mando dijo sentirse en su salsa. «Durante los ensayos previos soy un mar de nervios, porque quieres que todo esté bajo control. Pero una vez que arranca la fiesta, y sobre todo a partir de la tarde, todo se improvisa y me divierto ‘a tope’», señaló Cabriada.

A este mundaqués de 36 años le tocó encabezar y dirigir por primera vez el grupo de los ‘atorras’ en 2002. «Supongo que me eligieron porque desde jovencito ya apuntaba maneras. No tengo vergüenza de salir y me sé las letras de las canciones al dedillo», apuntó como condición indispensable para enfundarse su elegante traje. «El director tiene que estar comprometido con la fiesta y saber trasmitir alegría y buen humor», añadió.

De los años que le ha tocado encabezar el pasacalles de los ‘atorras’, Cabriada recuerda de manera especial la anécdota que protagonizó con su padre. «Le dejé, por error, sus pantalones blancos de ‘atorra’ a un amigo y al no encontrarlos en casa por ningún lado bajó a la calle, hizo parar el cántico que dirigía en ese momento y me dijo: «Josu, ¿y mis pantalones?, mientras se subía la saya ante todos. Tuvo que hacer toda la kalejira en calzoncillos, ‘a lo escocés’», relataba Cabriada entre risas.

Josu Cabriada marca con su batuta los compases de la rondalla de ‘atorras’ desde hace cuatro años

La vestimenta de los ‘atorras’ de Mundaka tiene su origen en la leyenda del conde Anton Erreka. «Según cuentan, por estas fechas llegó una noche a casa bastante bebido y para escapar de los escobazos que le reservaba su mujer, se vistió a la carrera con su saya y de esa guisa corrió a la calle. La gente al verle pensó que era otra de sus genialidades, por lo que nuestra indumentaria reproduce aquel momento».

La versión femenina del personaje se dejó ver por la tarde con el grupo de las ‘lamiak’. Al contrario de los ‘atorras’, las mujeres que protagonizan el Carnaval de Mundaka, desde hace 41 años, se vistieron de riguroso negro y desfilaron con su llamativa peluca rubia y la cara pintada de blanco

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Igandea, Otsaila 11, 2018