La primera mujer txistulari de Durangaldea

La durangarra Amaia Aroma será homenajeada hoy domingo por ser pionera tocando el txistu.

Su prima les invitó a aprender a tocar este instrumento porque tenía conocimientos de música.

amaia

Se dice del txistu que es un instrumento de origen popular muy arraigado en nuestra cultura. La figura del txistulari ha existido siempre, relacionado con las fiestas y acompañando a los dan-tzaris. Este año se cumplen 60 años desde que los txistularis de Durangaldea empezaron a ofrecer conciertos en la comarca y para celebrarlo se ha organizado un programa completo y atractivo.

Esta celebración será si cabe un poco más especial, ya que en el concierto que se ofrecerá hoy domingo a la una del mediodía en Andra Mari, se homenajea a Amaia Aroma Lejarreta, una de las precursoras de Bizkaia y de Euskal Herria en el mundo del txistu y en la actualidad la txistulari de mayor edad de Durango.

A sus 78 años, esta durangarra relata que cuando ella empezó “la asociación de Euskadi de txistularis existía y estaba en Bilbao donde se hacían conciertos. En Durango sólo existían los txistularis del Ayuntamiento, que salían de kalejira acompañando a las autoridades. Entonces no había mujeres”.

La historia de Amaia como txistulari fue casi por casualidad. “Mi prima quería montar un grupo de danzas, pero no había txistulari que les acompañara. En el colegio Santa Susana aprendí solfeo, y como sabía música y había aprendido también a tocar un poco de piano, me dijo que yo tenía que aprender a tocar el txistu. Era la única en Durango y cuando en agosto tocaba en los alardes en Bilbao, era la única mujer entre todos los hombres. Las mujeres en general tardaron en empezar a aprender. Alguna que otra había, pero lo dejaba antes de acabar. Me dediqué al txistu, porque como en casa no había piano pues no seguí practicando. Quién sabe si hubiera salido un portento de pianista, en caso de haber seguido” dice entre bromas.

Su tío le compró el que fue su primer txistu, que todavía hoy conserva. De madera con anillas de plata y grabado con su nombre. Reconoce que es difícil de tocar, pero “¿qué instrumento no lo es?. Lo que hace falta es tener sentido del ritmo. Una cosa que no hay que tener son nervios pues te provocan falta de aire, y para tocar el txistu eso es fundamental. Alguna que otra nota podrá salir más desafinada o menos acertada, pero siempre con la potencia de aire suficiente”.

 Ensayaba todos los días en casa y también iba a casa de Antonio Urgoiti, en Goienkale. “Le llamaban Itzela porque era muy grande. Era txistulari del Ayuntamiento y él me enseñó”.

Para Amaia Aroma la música nos da vida. Dice no ser poeta para describir el txistu, pero “es un sonido que nos da alegría. Me parece romántico, aunque también puede ser triste. La música también ha evolucionado y es cierto que hay que modernizarse, pero no siempre todo lo moderno es lo mejor. A mí me gustan las canciones melódicas, sin ser disonantes. Una de las canciones que tocaba muy a gusto en mis comienzos, era el Eusko Gudariak”.

homenaje Con respecto al homenaje que hoy recibirá dice no saber cómo tomárselo. Tiene otros dos hermanos txistularis, pero Juan Antonio Aroma ha sido quien más involucrado ha estado desde siempre con el mundo que rodea al txistu. “Estábamos acostumbrados a ver a mi hermano encargándose de estas cosas y moviéndose de un lado para otro, pero ahora me ha tocado a mí ser la protagonista y, la verdad, responder a tanta pregunta y repetir la misma historia una y otra vez para los distintos medios me ha pillado un poco fuera de juego. Aunque reconozco que al ser la primera mujer txistulari en todo Euskal Herria, hice un poco de historia. No a gran escala, pero una historia pequeñita” señala la durangarra entre halagada y sorprendida.

Deia
Igandea, Martxoa 15, 2015