Atorrak y lamiak toman Mundaka

La localidad costera sale a la calle para celebrar uno de los carnavales más antiguos de Euskadi.

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«¡Aratuste!» fue el grito que hizo estallar el peculiar carnaval de Mundaka. Un ejército compuesto por alrededor de 300 'atorras', ataviados con su particular vestimenta blanca, se echaron a la calle al mediodía para protagonizar una de las celebraciones más antiguas que se conocen en el País Vasco dedicadas a Don Carnal. La estudiantina entonó los primeros compases de su repertorio bajo el mirador de la casa de José Mari Eguileor, uno de los impulsores de la cita durante la Guerra Civil y el franquismo. En aquellos tiempos «a pesar de la prohibición impuesta por el régimen de Franco seguíamos celebrando el carnaval, aunque a escondidas, claro», recordaba Mariasun, una vecina del pueblo. «Para nosotros es muy emocionante este momento. Se me ponen los pelos de punta», reconoció mientras se hacía sitio entre el tumulto para ver el inicio de la rondalla de los 'atorras'.

La labor de dirigir a la tropa de los también conocidos como 'marraus' recayó este año en el mundakarra Eneko Aretxabaleta. «Se rumoreaba en el pueblo que esta vez llevaría yo la batuta y cuando me lo confirmaron me hizo una ilusión enorme», señaló. «No sé… Como mundakarra y como 'atorra', sientes que esto es algo que tienes que hacer en la vida. Para mí es todo un honor».

Las mujeres, de negro

El joven de 23 años, que lució su obligado frac negro y sombrero de copa, se encargó de armonizar txistus, acordeones, guitarras y mandolinas, sin casi dar opción al descanso durante el largo pasacalles. El momento en el que los hombres se ordenan en fila sobre el atril que rodea al puerto, dispuestos a cantar, es sin duda «mi favorito, el más emocionante». «Me acuerdo de los que no están, como Gaizka el amigo de mis padres, que falleció no hace mucho, y de mi 'atxitxe' y 'amuma', que me hubiese gustado que estuvieran hoy presentes para verme», comentó el director de los 'atorras'.

La extensa agrupación de mozos exhibió su peculiar vestimenta compuesta por dos sayas –una colgada desde cuello y otra a la cintura–, blusa y pantalón, todo de blanco impoluto. El origen de la singular indumentaria, al parecer, está en la leyenda del conde Anton Erreka de Mundaka. «Por lo visto, una noche llegó a casa con algunas copas de más y para evitar el rapapolvo de su esposa, se vistió con su saya y con parte del juego de sábanas», recordaron los 'atorras' más veteranos. «Por eso todos llevamos también esta funda de almohada en la cabeza», aclararon.

La versión femenina se echó a la calle por la tarde. Las conocidas como las 'lamiak', que protagonizan el Carnaval de Mundaka desde hace más de cuatro décadas, se vistieron de riguroso negro para desfilar por las calles con su llamativa peluca rubia y la cara pintada de blanco.

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Igandea, Martxoa 3, 2019