La séptima edición de los Dantza Tradizionalaren Esker Onak tiñó de emoción el Palacio Euskalduna con los reconocimientos a todas aquellas personas y entidades que trabajan en favor del folklore tradicional vasco
Una “llama” por la cultura en los Dantza Tradizionalaren Esker Onak BORJA GUERRERO
AUNQUE no era su intención, José Mari Oyarzabal se convirtió ayer martes en protagonista de la séptima edición de los Dantza Tradizionalaren Esker Onak. Primero, no pudo contener la emoción al recordar al recientemente fallecido Imanol Aretxabaleta Aginaga, un hombre “alegre y divertido” en palabras de su familia y un txistulari que trabajó de manera incansable por el folklore tradicional vasco. Después, recibió un cálido homenaje por sus 25 años al frente de Bizkaiko Dantzarien Biltzarra. “En casa la corneta siempre estaba ahí”, aseguró Oyarzabal quien tuvo palabras de recuerdo para “Jon Pertika y Ana Santacoloma, Iñaki Irigoien y Mariví, Peto Lezameta y Kristina Horno, Tiliño y Pili”, inseparables en su camino, al igual que su mujer Elixabete. “No lo habría podido hacer sin ella”, apuntó a la vez que tuvo un guiño a sus compañeros en la directiva “por haberme aguantado tantos años”.
El Palacio Euskalduna se convirtió en esa plaza que tanto añoran los dantzaris y disfrutó con la ezpata dantza que ofreció el grupo Aurrera Dantza Taldea de Leitza y la jota y la porrusalda de Beti Jai Alai, entidad del bilbaino barrio de Basurto. Desde del escenario, Marta Martín, directora de DEIA, reconoció que estos premios “nos animan a seguir asentando el folklore tradicional”, mientras que Koldo Bilbao, de BBK, agradeció el esfuerzo de los grupos de danzas ya que permiten “que el patrimonio siga vivo” y subrayó la “pasión” que se transmite “a las nuevas generaciones” manteniendo “la llama” por el “legado” patrimonial.
El kontrapas en homenaje a Imanol Aretxabaleta Aginaga fue el primer contacto de los galardonados en esta edición y tiñó de respeto el auditorio, con el público en pie y con unos familiares que tienen claro “que seguiremos con el ejemplo de aitite”. Un modelo a seguir como también lo son Kontxi Mujika Etxebarria y Gaizka San Pedro Altonaga, los dantzaris de Bermeo que con Alkartasuna Dantza Taldea dan rienda suelta a esos bailes que les encandilan aunque, tal y como destacaron, “hemos bailado poco juntos” y ya son muchos años los que llevan ligados a esta entidad todavía “seguimos bailando aunque menos”.
Un patrimonio cultural no se entendería sin las canciones y en su conservación y difusión tiene mucho que ver Bizkaiko Abesbatzen Elkartea que ya está ultimando los preparativos para el Encuentro de Masas Corales de 2024. “Hoy mismo –por ayer– hemos estado avanzando”, indicó Koldo Hierro, responsable de Relaciones Públicas de la entidad. A la vez, adelantó que será “en el barrio de San Ignacio de Bilbao y esperamos reunir a más de 1.000 personas cantando”. Mostrar al público su labor también lo realiza La Encartada Fabrika-Museoa, que guarda en sus paredes “maquinaria original en el edificio original” y volverá a hacerlo el próximo año “dos sábados al mes” para que todo aquel que quiera conocer cómo se tejían las boinas pueda hacerlo. “Os esperamos en Balmaseda”, animó Ainara Martínez Matía, su directora.
Las danzas son el reflejo de cómo era la sociedad en el pasado y hay bailes que rememoran situaciones sociales que hoy en día son diferentes. Así lo atestiguó Jesús Irazabal, de Urdaibai Dantza Taldea, que cada 31 de julio baila la soka dantza denominada Erregelak. “Esta danza representa cómo se divertían nuestros antepasados”. Histórico también es el Gorulariak de Iurreta, que este año ha celebrado el 50 aniversario de su recuperación por parte de dantzaris de la localidad de Durangaldea. “Un maestro nos enseñó cómo tenía que ser. Además, Iñaki Irigoien nos ayudó mucho al aportarnos datos mientras que Mikel Lizartza y Karmele Goñi colaboraron con nosotros para recuperar la ropa tradicional”, explicó Jose Jabier Abasolo, Tiliño. Muchas décadas de bagaje tiene también la ezpata dantza de Leitza, por parte de Aurrera Dantza Taldea, “una variación de la ezpata dantza de Durangaldea” pero que se conserva en el municipio de Nafarroa. “Con la excusa de la inauguración del batzoki de Leitza, trajeron esta danza. Sabemos que no es la original pero estamos muy orgullosos de mantenerla así”, comentó Joseba Sagastibeltza Juantorena quien puso en valor que “alrededor de 100 personas” participan en el grupo.
La entrega de premios tocó a su fin con el galardón a Euskal Herriko Dantzarien Biltzarra que “pronto cumplirá 60 años” de andadura. Su presidente, Pedro Romero, apuntó que “hay gente mayor que se anima a participar en los grupos” pero sobre todo lanzó un mensaje: “No dejéis nunca la danza tradicional”. Unos bailes que anuncian el pasado pero esconden la llama del futuro.
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